jueves, 24 de septiembre de 2015

A praia dos afogados.

Hola!

¿Qué tal todo? Espero que bien, ahora que viene el otoño. Pues hoy, después de un tiempo, os traigo mi reseña, mi opinión sobre la segunda novela, la primera la tenéis aquí, que leo de Domingo Villar: A praia dos afogados (La playa de los ahogados).

Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita. Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.



En esta nueva entrega volvemos a investigar una muerte de la mano del inspector Leo Caldas y su ayudante Rafael Estévez; en esta ocasión nos trasladamos hasta el puerto de Panxón, villa marinera próxima a la ciudad de Vigo.

El estilo narrativo se vuelve a repetir, seguimos los pasos del inspector con la calidad que descubrimos en la primera novela; los personajes conocidos hacen su aparición a lo largo de todo el libro manteniendo sus personalidades y dejándonos ver cómo funciona este mundo de investigación. Rafael Estévez sigue haciendo de las suyas y Leo Caldas sigue salvándolo de los potenciales líos en los que puede meterse.

En esta ocasión investigamos un posible suicidio, recorremos las calles de Panxón, las calles de Vigo, conocemos más geografía gallega y el estilo de vida marinero que aún pervive en ciertas zonas (véanse los momentos de la lonja de Panxón). Leo Caldas se enfrenta a un caso más complicado, más enrevesado, llegando a estar en callejones sin salida y nosotros con él; el autor consigue transmitirnos esa desesperación, esa incertidumbre de no saber cómo ni por dónde continuar la investigación.

Al igual que la novela anterior, esta también la leí en gallego, lengua original de la historia y como sucediera anteriormente, aprendí un montón de palabras, palabras que encabezan los capítulos y que luego aparecen en ellos, muy bien disimuladas.

Realmente os recomiendo estas dos novelas, más ahora que está ‘a punto’ de salir la tercera; se pueden leer de forma independiente, los casos no tienen relación entre ellos, pero sí algunos detalles de los propios personajes, aunque no es estrictamente necesario leerlas en orden. Animaros, no os van a decepcionar.



Hasta la próxima entrada   ;)