jueves, 3 de diciembre de 2015

El club de la lucha.

Hola!!

¿Qué tal va todo? Hoy os traigo otra opinión sobre una película, considerada ya un clásico que todo el mundo debería ver (sí, llego tarde también, pero lo importante es llegar, no?). En esta ocasión se trata de El club de la lucha, de David Fincher (1999).



Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; sólo la autodestrucción hace que la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces fundar un club secreto de lucha, donde poder descargar sus frustraciones y su ira, que tendrá un éxito arrollador. 



Lo cierto es que nunca me llamó la atención especialmente esta película, pero después de que me insistieran mucho, al final acabé viéndola y diré, así ya de entrada, que no me disgusta haberla visto.

Para muchos es una gran película, un clásico perteneciente ya al cine de culto; no os diré que no es buen, de hecho me pareció muy buena, muy muy bien hecha, pero, personalmente, no me pareció la mejor película del mundo, pero tampoco una pérdida de tiempo. Dura ‘bastante’, pero en ningún momento se hace pesada o aburrida, quizás algo lenta al principio, pero rapidamente coge ritmo y cuando te das cuenta se está acabando.

Los actores hacen un papelón, mirad que no soy fan de Brad Pitt, pero hasta me gustó en esta película; Helena Bonham Carter ya apuntaba maneras y la transformación de Edward Norton es genial. Hasta el nuevo Joker, Jared Leto, tiene un pequeño papel. Pues eso, que lo bordan todos, te crees todo el culto que le tienen al club y la progresión de la historia es cabal, es lógica, sin grandes saltos. La banda sonora también es digna de mencionarse, pues acompaña perfectamente la historia, lo cual es muy importante, que la acompañe, no que la tape o desluzca.

Así que ciertamente el conjunto de la película es genial, no lo voy a negar, pero no fue una historia que me enganchase especialmente, aunque la parte psicológica sí me gustó mucho; creo que fue porque la gente me hablara maravillas de ella subiendo, inconscientemente, mis expectativas, por lo que igual era muy difícil llegar a ellas. Aún así, como dije, no me arrepiento para nada de haberla visto, por lo que os animo a hacerlo si, como yo, llegáis tarde…



Hasta la próxima entrada   ;)

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